domingo, 21 de febrero de 2021

Los Viajes de Gulliver

Especie de sátira de los libros de viajes, este libro escrito por Jonathan Swift en 1726 está divido en cuatro partes bien diferencias que se corresponden con cada una de las aventuras vividas por Lemuel Gulliver (más un pequeño prólogo donde se nos resume la vida del protagonista).

De los cuatro viajes, es el primero, el que lleva a Gulliver hasta Liliput, el más conocido, gracias (entre otras cosas) a las múltiples adaptaciones que ha tenido en cine y televisión, así como en la literatura enfocada al público infantil. Gulliver también conoce aquí a los habitantes de Blefuscu, país vecino con el que los liliputienses tienen un conflicto originado por el desacuerdo sobre cómo cascar un huevo cocido. Es precisamente el acercamiento de Gulliver a Blefuscu lo que acelerará su partida de Liliput.

La segunda parte narra las aventuras de Lemuel en Brobdingnag, donde tiene que vérselas con gigantes, viviendo situaciones opuestas a las de su primera aventura.

Estas dos primeras partes son ciertamente entretenidas y en ellas destaca la sátira y la crítica cuando se comparan las costumbres de ambos pueblos con las de Inglaterra. También resultan desternillantes todos los pasajes escatológicos, como la manera que tiene Gulliver de apagar el fuego del palacio en Liliput o su intento fallido de saltar sobre un excremento en Brobdingnag. Por contra, encuentro excesivos los pasajes en los que el autor se recrea hablando de política y leyes, pues en mi opinión lastran el relato. 

El tercer viaje lleva a Gulliver a varios lugares. Esta parte es sin duda la más alocada del libro, pues nos encontramos con el protagonista visitando diferentes tierras y países, ofreciendo cada uno de ellos las más disparatadas realidades. Así, en la isla flotante de Laputa, Gulliver conoce a un pueblo obsesionado con las matemáticas que acabará aburriéndole al no estar él muy versado en esta ciencia; además los habitantes de esta isla muestran nulo interés por cualquier otra cosa que Gulliver pueda enseñarles. Por tanto, Gulliver acaba abandonado la isla y llega a tierra firme, al reino de Balnibarbi (del que Laputa también forma parte). En Lagado, metrópoli de Balnibarbi, Gulliver se instruye en la Ilustre Academia, donde varios sabios llevan a cabo los más ridículos experimentos, como intentar extraer luz solar de los pepinos o revertir las heces en los alimentos que una vez fueron. 

Con el fin de poder regresar a su país, Gulliver dirige entonces sus pasos a la ciudad costera de Maldonada, donde espera poder coger un barco hasta la isla de Luggnagg, con el fin de seguir hasta Japón y allí encontrar algún otro barco que le lleve a casa. A su llegada a Maldonada encuentra que no hay barcos que salgan hasta Luggnagg en los próximos días, por lo que decide hacer una excursión a la pequeña isla de Glubbdubdrib. El rey de esta isla tiene la facultad de resucitar a los muertos, por lo que, a petición de Gulliver, resucita a históricos personajes como Alejandro Magno, Aníbal, Julio César o Sócrates, con los que conversa. Cuando por fin puede viajar hasta Luggnagg, Gulliver conoce a los struldbruggs, habitantes de Luggnagg que han tenido la suerte (o la desdicha, como más tarde comprobará) de haber nacido con el don de la inmortalidad. Tras aprender más sobre estos struldbruggs, Gulliver viaja por fin a Japón e inmediatamente sube a un barco que le lleva hasta Ámsterdam, y de allí a Inglaterra.

Cinco meses después, Gulliver se embarca en su cuarto viaje, esta vez como capitán, y tras una serie de nuevas desdichas, acaba abandonado por sus hombres en la tierra de los houyhnhnms. En este país Gulliver descubre que los caballos (houyhnhnms) son seres racionales, mientras que los hombres (yahoos) se comportan como bestias. Como en otras ocasiones, Gulliver explica cómo es el país del que viene, haciendo aquí el autor especial hincapié en las guerras y las leyes de Inglaterra para asombro de los houyhnhnms, a los que les cuesta entender estos conceptos.

Tras varios meses entre los houyhnhnms, Gulliver comienza a sentir un profundo amor y veneración por ellos, pero pronto esta felicidad se verá truncada cuando, para su sorpresa, se decide que debe abandonar obligatoriamente houyhnhnmlandia. Tras hacerlo, es apresado por un barco portugués que lo devuelve a Inglaterra, a pesar de sus reticencias, pues ahora le resulta muy difícil convivir entre yahoos.

Es sin duda este cuarto viaje el que cambiará por completo a Gulliver, obligado a vivir en una sociedad (la suya) que ya no reconoce como propia.

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